¿Por qué San Fabián de Alico?


Jorge Muzam

La belleza natural de San Fabián es reconocida en Chile y el extranjero. Tierra pródiga para deleitar los sentidos, oxigenar el espíritu y reencontrarse con la naturaleza. Raulíes, mañíos y hualos conforman parte del bosque nativo. Las montañas deleitan la mirada, cobijan zorros escurridizos y cóndores señoriales, nieve derritiéndose a través de esteros y manantiales que humedecen el valle. 

Quienes se internan en la naturaleza indómita pueden aspirar la pureza del bosque, la humedad que persiste desde los meses fríos, oír el crujir de las ramas, ver rayos de sol iluminando lagartijas que dormitan sobre las piedras. En las calles del pueblo abundan los cerezos. En los cerros los avellanos. El río Ñuble con sus aguas color turquesa brinda frescura y paz a sanfabianinos y visitantes. El transparente Perquilauquén baña mansamente la frontera comunal nortina.

Zona de arrieros, artesanos de la madera, talabarteros, tejedoras, cantoras populares, cuna de Violeta y Nicanor Parra. De los escultores Renato Soto y Juan Orellana. De Arsenio Cheñito Parra. Refugio literario de la poeta Luz Montecinos. Montañas, lagunas, esteros y bosques conforman un conjunto de paisajes sobrecogedores, convirtiendo a San Fabián de Alico en un destino obligado de la región de Ñuble.

Aprovechando la impresionante belleza del paisaje y el contacto directo con la naturaleza, existen numerosos campings. Para quienes gusten de más comodidad hay disponibilidad de cabañas completamente equipadas, dentro y fuera del radio urbano. Los restoranes se especializan en cocina típica. Sabrosas cazuelas. Pastel de choclo. Asado de chivo. Y si quiere que lo sorprendan, debe pasar a probar las exquisiteces de don Francisco Alvarado. Mezcla de innovación, tradición, cariño e intensa alquimia de sabores.

San Fabián de Alico es un lugar ideal para realizar deporte aventura. cabalgatas, trekking, canopy, escalada, paseos en bicicleta o descender en kayak o rafting por el río Ñuble.

También para el turismo introspectivo, la meditación, el reencuentro consigo mismo, la mirada larga hacia el pasado y el futuro.

Durante el año se desarrollan variadas fiestas autóctonas como la “Semana de la Montaña”, "Semana de la Cultura Arriera", “Cruz de Mayo”, "Las Cármeles", la "Peña de los Almuna", la "Fiesta Costumbrista", la "Purísima"  y la “Fiesta del chivo”.

La comuna es extensa, sus lugares habitados están muy apartados uno de otro, por lo que cada sector conserva peculiaridades ancestrales, ritmos de vida, códigos amables de hospitalidad, fogones hogareños que no se han apagado en generaciones. 

El otoño tiñe el paisaje de amarillos, marrones y rojos. Las montañas adquieren tonos azulados. Maduran castañas, avellanas y nueces. Algunos árboles van quedando desnudos y en el bosque esclerófilo pululan conejos y zorros.

En invierno crece el caudal de esteros y ríos y las montañas se visten con túnicas blancas. En ocasiones la nieve llega al mismo pueblo. Bajo la humedad de coigües y quillayes crece el sabroso changle y más abajo maduran los caquis.

La primavera trae Fiestas Patrias y digüeñes. Desfila el pueblo, los huasos cordilleranos, el infaltable y querido Cholito. Al ritmo de las cuecas se brinda por la patria, por los antepasados, por el porvenir del pueblo. 

A fines de septiembre se empiezan a preparar los huertos, florecen narcisos, camelias y rosas y se intensifica el verdor del valle. Ya en noviembre empieza el verano cordillerano con la maduración de cerezas, frambuesas y nísperos.

Durante los meses estivales llegan miles de turistas a contemplar el paisaje, a convivir con la naturaleza, airear pulmones, recorrer senderos, tomar fotografías y refrescarse en las aguas de esteros, ríos y lagunas de la comuna.

Diciembre es mes de celebración y aniversario del pueblo. La plaza se llena de artesanías y vendedores de cerezas. Llegan turistas y visitantes de todo el centro chileno, estudiantes de paseo de fin de año, boy scouts, exploradores, jubilados, místicos, jóvenes en busca de diversión y libertad, familias que buscan un lugar tranquilo y seguro para sus hijos. En fin de año San Fabián se convierte en tierra de abrazos y buenos deseos para el año entrante.

Enero y febrero es tiempo de descanso y celebración, de durazno, ciruela y mora, de compartir en torno a un asado de chivo, tomar mate junto al río, oír el mágico mensaje de nuestros cantores populares, disfrutar la Semana de la Montaña y mirar las estrellas susurrándonos la felicidad de estar en uno de los lugares más bellos del planeta.

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Fotografía: "Pichirrincón" @ Maicol Muñoz

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