Cerro Malalcura, San Fabián de Alico, Chile. |
Pablo Cingolani
Ay, Violeta, te convoco y te evoco y te evoco siempre desde la emoción más pura, nuestra emoción, la de nuestra tierra. Esa que vos descubriste era un camino, un camino entre cerros arenosos y verdes valles ensoñados, un camino que era El camino, para vivir la vida libre, sin ataduras, cargando todos los dolores y temblores, tristezas y traiciones, que acarrea pero también todas las alegrías, las alegrías nuevas y reveladoras, las alegrías que alimentan y que incitan y que sólo El camino, el camino propio, labrado a puro entusiasmo y sensibilidad, puede brindarte. Ese camino que vos compartiste, con generosidad y fervor, con todos nosotros, con todo tu Chile, con toda la Patria Grande, con el mundo entero.
Ay, San Fabián de Alico, te convoco y te evoco aunque no te conozco o te conozco, porque igual te siento, te siento igual como si te conociera, te conozco y siento porque también vivo en los Andes –y los Andes, la cordillera más bella de todas las cordilleras, nos une a todos sus moradores, que somos todos puntas de un mismo lazo fraterno- y te conozco y te siento también, a cada rato, leyendo los textos de amor profundo que te tiene uno de tus hijos, un sanfabianino de raíz y de ley, como es mi amigo Jorge Muñoz Zambrano, más conocido como Jorge Muzam.
Ay, Violeta, todo se ha dicho y todo se ha escrito sobre ti, sobre la Viola, sobre la Viola chilensis como te bautizó con amor fecundo tu hermano Nicanor, otro poeta, tan inmortal como tú, pero lo que me convoca hoy en este escrito es enterarme, vía Jorge, vía mi amigo de San Fabián de Alico, qué ambos dos, que vos Violeta, Violeta de Chile y del mundo mundial, símbolo de la poesía hecha música que nace de abajo, del desgarro, del sentir más sentido de todos como es el sentimiento popular, vos Violeta y tu hermano Nicanor son nacidos en ese San Fabián de Alico que no conozco y conozco porque lo siento, lo siento y lo leo, lo leo y lo anhelo.
Entonces, leo, leo a Muzam y me entero que la familia de Violeta Parra, su hija Isabel, su nieta Tita, de visita al terruño, buscaron reafirmar a San Fabián de Alico como Tierra de Parras y que el pueblo de la cordillera del Ñuble indomable, custodiado por el cerro Malalcura, se vuelva a un punto de encuentro y convergencia poética, artística, musical, cultural, de hermandad de todos los pueblos en algo que llamaron “La ruta Violeta Parra”. Son muy bellas las palabras que pronunció la Tita a propósito de esta iniciativa.[1]
En ese hermanamiento cordillerano que proclamamos, en ese mismo sentir de pueblos unidos por el canto y la luz inspiradora que nace de las montañas, en ese lazo que se labra desde adentro, como supo anudarlo como nadie la Violeta con la voz del labriego, la voz del artesano, la voz salada de los pobres, la voz de los que sufren padecimientos e injusticias, la voz de los que aman y se arraigan a ese amor, a las pequeñas cosas que son las que más conceden amor, y por lo tanto vida y belleza a la vida, ¡cómo no celebrar esa marca en el Planeta Tierra que es la Ruta de la Violeta!
¡Cómo no emocionarse con el señalamiento, el amojonamiento, en la huella de la Violeta de San Fabián de Alico, patria chica de los Parra y cuna de irradiación del sentimiento de arraigo universal que desparramaron, sin pedir nada a cambio, por el ancho mundo!
¡Cómo no sumarse desde aquí, desde los Andes de Bolivia, a toda esa fuerza y todo ese empeño!
Esperamos siempre noticias, buenas noticias que nos alegren la vida, desde San Fabián de Alico.
Uno de los legados más trascendentes de la cultura popular latinoamericana está allí bien resguardado bajo la sombra pétrea del venerado Malalcura.
Que ese legado siga vivo no sólo depende de los sanfabianinos sino también de todos aquellos que lo creemos parte de nuestra vida y de nuestra identidad como orgullosos moradores de esa América raigal, de esa América profunda, de esa América de cordilleras cerriles y ríos indómitos, de esa América de hombres y mujeres sencillos y bondadosos, tenaces y luchadores, a los que siempre les cantó, con el corazón abierto, la Violeta, Violeta de San Fabián, Violeta de San Fabián de Alico, Nuestra Violeta, Violeta inmortal como la mole del Malalcura, nuestro amparo y nuestra guía y también su vigía y aquel que la cuida en la eternidad.
Pablo Cingolani
Río Abajo, Andes de Bolivia, 21 de junio de 2018, Día del Sol, Día del Año Nuevo andino
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El texto y la memoria de la Violeta fueron ofrendados al sol y a la Pachamama, hoy que es Inti Raymi en todo los Andes.
Pablo Cingolani
Pablo Cingolani
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