A Lorena Romina Ledesma,
por tanta bendita entrega
Romina llegó tarde a la historia, cuando el alfonsinismo naufragaba en la marea inflacionaria y los carapintadas bravuconeaban su cobardía, pero sé que hubiese sido una montonera, una fugitiva de Trelew, una ideóloga de Quebracho. Sin la comprensión ni el empuje de nadie. Sólo porque sí. Porque así lo exige la circunstancia, el sentimiento, la pulsión de justicia. Romina odia al menemismo vendepatria, la tibieza radical, el macrismo lametraseros, los milicos represores, los buitres acechantes, la banalidad circense de la oligarquía. Las cosas no pueden sopesarse a medias, la injusticia no es visible con un solo ojo. Latinoamericanista hasta los huesos, empática con el dolor ajeno, con la diversidad de los pueblos, con la alegría de los humildes. Sabe que nuestros problemas son muy parecidos, que el diagnóstico sirve para todos y la solución es una sola: memoria y fusil, o como dice León Gieco: "Todo está cargado en la memoria, alma de la vida y de la historia. La memoria apunta hasta matar a los pueblos que la callan y no la dejan volar libre como el viento..."
Foto: Archivo.
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