Jorge Muzam
Desde que regresé a mi tierra tras treinta y dos años de ausencia, he podido hablar con numerosas personas, de distintas edades, oficios y sectores. Y uno de los sentires reiterados con que me he encontrado en la mayoría de los casos es el de nunca haber sido reconocidos por nadie, y menos por instancias comunitarias, municipales o gubernamentales. Sentimiento que tiene condimentos de tristeza, desamparo, cierta rabia y hasta resentimiento hacia la propia comunidad y hacia quienes la dirigen.
Para entender este sentimiento, quizá podamos recurrir a lo que explica Hegel en la Fenomenología del Espíritu.
Reencontrarnos involucra reconocer la multiplicidad de esfuerzos que han realizado tantas personas en este territorio. Oficios invisibilizados. Labores que nadie valoró. Talentos que han pasado desapercibidos como el agua que se desliza en una noche oscura. No estar pendiente solo de lo que hacen los que se autoadjudican la categoría de notables, sino del pueblo entero, de sus miles de habitantes y sus respectivas circunstancias.
Somos un pueblo pequeño. La mayoría nos conocemos. Hacerlo no costaría mucho.
Al menos desde Periódico Sanfabistán y Corporación Alico estamos encaminados en ese sentido, construyendo un gran Archivo Patrimonial de San Fabián de Alico, para que quede constancia de todo lo vivido. De las proezas, de los logros individuales y colectivos, de lo que se ha soñado durante dos siglos.
Para que se valore a los que nunca se ha valorado y para que nadie vuelva a olvidar lo que no debe ser olvidado.
Fotografá: Daniela Fuentes Candia
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