Por Ariel López Sanhueza, MGC
Introducción
En el contexto actual, en que el capitalismo y el totalitarismo buscan acaparar cada área de la vida humana, destruyendo todo aquello que que no representa una utilidad práctica susceptible de ser gestionada bajo la lógica de la producción y el lucro por considerarla una amenaza, más que nunca es necesario reconocer que existen otras formas de organizar a la sociedad en donde la economía (como la conocemos hoy) no existe ya que para ellas, el objetivo sería el bienestar y el bien común más que la acumulación de riquezas.
En este ensayo se intenta enfatizar aquellos aspectos de la organización social, especialmente la económica, que podrían significar una mejoría en la calidad de vida de las personas y contribuir enormemente al desarrollo social, más que enfocarse al problema de la economía actual. Si bien considero necesario referirme al sistema económico actual, no es éste el foco principal de este ensayo. Es más bien exponer el planteamiento de diversos autores sobre los sistemas económicos de la antigüedad y arcaicos que nada tienen que ver con el objeto del capitalismo y que podrían darnos algunas luces de cómo mejorar nuestra calidad de vida como sociedad, desde la mirada de una “economía” integrada a la sociedad y la “gestión” de la cultura.
Para esto utilizaré el concepto de cultura que propone Kottak (2011) en donde cita diversas definiciones de cultura en un sentido amplio, desde el punto de vista de la antropología, en donde el arte es sólo uno más de los asuntos que le competen. “Para los antropólogos, la cultura incluye mucho más que refinamiento, gusto, sofisticación, educación y aprecio de las bellas artes.” (p.31)
El autor define cultura como un todo complejo que incluye además de las artes, cualquier hábito o capacidad (creencias, moral, costumbres, etc.) que se haya adquirido como miembro de una sociedad específica. Nace en el momento en que la humanidad adquirió la habilidad de usar símbolos. Es esta capacidad, según Odine (2013) la que nos diferencia de los animales y nos hace humanos. Del dominio del símbolo depende nuestro aprendizaje cultural.
En su cita, Kottak (2011) resalta la idea del rol social de la cultura. La cultura nace de una interacción social y depende de ella. Durante esta interacción el ser humano va cambiando, aprendiendo, interpretando y reinterpretando su propia cultura de una forma dinámica, ajustándola a sus intereses. Pero aunque la cultura se encuentre en constante cambio y los distintos grupos que conforman una sociedad van compitiendo por validar e imponer su propio punto de vista respecto de lo que es cultura, suelen conservarse ciertos valores y creencias que son fundamentales. (Kottak, C. 2011, p.30)
Es esta idea - de cultura como algo muy sutil pero a la vez tremendamente trascendente, que va más allá de las Bellas Artes y que recoge todos aquellos aspectos que no son susceptibles de ser tratados como un bien de consumo, sino más bien, algo qué le da un valor especial a la vida y que el sistema económico actual concibe como inútil, - la que intento rescatar en este texto.
Para explicar esto me adhiero a la concepción que expone Odine, respecto al arte y la utilidad de lo inútil.
Odíne (2013) se refiere tanto al arte como a lo inútil como aquellos actos, saberes o productos que no sirven la lógica de la producción y consumo de la economía actual, pero son tan indispensables para la vida cómo lo es respirar y dan sentido a la naturaleza misma de la existencia humana (p.1).
Si podemos comprender el sentido de la humanidad, podremos conocer la función del arte y encontrar sentido a lo inútil. Es algo que es inherente al las personas y que no tiene que ver con sus necesidades básicas de supervivencia, sino mas bien con su esencia, que describe como una energía invisible que expresa el excedente de la vida respecto de la vida misma e invita a pensar un mundo más humano y equilibrado.
En los pliegues de las actividades consideradas superfluas, en efecto, podemos percibir los estímulos para pensar un mundo mejor, para cultivar la utopía de poder disminuir, si no eliminar, las injusticias generalizadas y las dolorosas desigualdades que pesan (o deberían pesar)como una losa sobre nuestras conciencias. (Odine, N. 2013, p.9)
Hay saberes que son gratuitos y desinteresados que no tienen una utilidad práctica ni menos comercial, pero que son esenciales para el desarrollo de la humanidad.
El acto de tomar una flor y regalarla a la amada, es el preciso momento en que el humano hace uso de sus facultades que lo diferencian de los animales. Aparece el símbolo, el arte, el valor agregado de la vida que nos diferencia de las máquinas. (Odinne, N. 2013, p.5)
Según Kottak “ La cultura, y los cambios culturales, afectan las formas en las que se percibe la naturaleza, la naturaleza humana y “lo natural”.” (Kottak, C, 2011, p.31)
Es tal la importancia De la cultura Qué puede Cambiar nuestra percepción del sentido mismo de la vida.
Resulta interesante pensar en que este algo, que define al ser humano como tal, elevándolo por sobre los animales y las máquinas, sea considerado por la lógica economicista, más que inútil, como una amenaza que debe ser destruida. Esto adquiere mayor importancia sí reflexionamos sobre el poder que el capitalismo el totalitarismo ejercen sobre las sociedades y sus culturas, validando aquellos aspectos del arte y la cultura que son susceptibles de gestionar bajo la lógica de la eficacia y despreciando todo aquello que le sea inútil porque le entorpece.
Capitalismo y sistema económico actual
Según Kotak (2011), la cultura se aprende y su mecanismo más eficiente es la enculturación, proceso en el cual los niños aprenden las reglas de su cultura en la medida que la vivencian.
Estas reglas constituyen una suerte de programa de control del comportamiento que las personas usan de forma activa, creativa y de acuerdo a su conveniencia, por lo tanto está siempre sujeta a cambios (p. 40).
Para los estadounidenses, el individualismo es el modelo a seguir. Se valora tanto que es un “valor distintivo compartido” y se transmite en la vida diaria.(Debido a esto no logran apreciar plenamente el poder de la cultura.) Incluso sustentan su sistema financiero bajo estos preceptos a los cuales como sociedad nos hemos estado “enculturizando”.
Mandiola se refiere a las escuelas de negocios:
“En sus aulas se sigue privilegiando una visión de mundo unívoca, concebida en otras latitudes, en otro idioma, que no se plantea preguntas, que no cuestiona sus supuestos, su comprensión de los desafíos del desarrollo solo pasa por la estilización del martillo.” (Mandiola M. 2020, p7)
Bajo este paradigma se enseña en las escuelas de negocios a quienes toman hoy las decisiones importantes en lo público y lo privado en nuestro país. Aquí solo se enseña capitalismo, pues buscan permanecer.
A los economistas, solo les importa obtener la mejor productividad posible.
Pueden descomponer cualquier tipo de experiencia en recursos que administrar y convertirla en una mercancía. Cualquier asunto que no pueda gestionar bajo esta lógica es despreciado considerándolo una pérdida de tiempo. (Mandiola, M. 2020)
Enfocan su gestión desde una mirada única y absoluta, desde arriba, para cumplir con los objetivos de los dueños de la organización, que son el corazón del negocio.
…”la economía es una ciencia sombría, estudiada por personajes graves y solemnes, apta sólo para seres deprimidos y desvalorizados, que se maltratan entre sí para arrebatarse los unos a los otros esos bienes escasos y caros.” (Clastress, P. 1985, p.1)
Odine Cita a John Maynard Keynes, padre de la macroeconomía, para afirmar que “...los dioses en los que se funda la vida económica son inevitablemente genios del mal”…(Odine, N. 2013. P.3)
Adoptan una visión de la naturaleza que les es conveniente para justificar sus propósitos y la imponen en la sociedad justificándola como la naturaleza misma del hombre. (De Waal, F. 2016, p.6)
La ley del más fuerte. El darwinismo social apunta a que la naturaleza busca que los débiles vivan por si mismos o perezcan, por lo tanto no se les debe ayudar. (De Waal, F. 2016, p.2)
Aunque está lejos de ser la verdad absoluta de la naturaleza, es la que mejor se acomoda a los propósitos del capitalismo.
Bonfil en… comenta que:
“La naturaleza de la sociedad capitalista, acentuada por la industrialización, implica un proceso creciente de enajenación e imposición cultural en relación con el mundo subalterno, al que se quiere ver convertido en consumidor de cultura y no en creador de ella. (Bonfil, G. 1981, p.191)
Odine (2013) señala que bajo esta lógica se destruyen las bases de la búsqueda del saber per se. El saber que no tiene ganancias o beneficios prácticos. Se desprecian las artes de la vida y se mira solo la producción y el consumo, siendo cada vez más difícil comprender el valor de la cultura y las artes.
Es tal el poder de la economía, que incluso el derecho a tener derechos está sometido a ella. El mercado puede transformar al ser humano en mercancía y dinero y destruir sistemáticamente toda forma de humanidad y solidaridad.
…“el capitalismo no tiene nada que ver con el deseo de mejorar la condición humana.” (p.9).
Acercamiento a otros sistemas de producción
El conocimiento desafía las leyes de la economía. Aunque uno pueda pagar el mejor título, el dinero no va a asegurar el conocimiento. El conocimiento se adquiere solamente por el trabajo y la voluntad de cada persona. Es ...”un proceso virtuoso en el que se enriquece, al mismo tiempo, quien da y quien recibe”. (Odine, N. 2013, P.6) Pero el saber por sí solo, no garantiza una protección en contra de la imposición del totalitarismo.
Sobre todo ahora es urgente reconocer la existencia de otros sistemas económicos que son más amigables con la humanidad, la sociedad y su entorno, buscando la calidad de vida en lugar de lucro.
Los historiadores con el objeto de Estudiar la economía la dividen en tres tipos: economía doméstica (antigüedad/Grecia), Urbana (Edad Media) y Nacional (Actualidad).
A diferencia de la economía actual que es independiente, la economía para los griegos y las sociedades arcaicas estaba íntimamente relacionada con la sociedad y era secundaria a la política, la ética y los valores. Aquí el lucro pierde sentido o se considera reprochable.
La actividad económica principal era la agricultura mientras que el comercio era indigno en tanto que buscara el lucro. Se aspiraba a la autarquía (la autosuficiencia) y a ojalá no tener que trabajar para vivir, para poder beneficiarse del ocio. (Austin y Vidal, 1986)
Tanto la visión del trabajo y la actividad, como el comercio y la “economía” misma, pasaban antes por el filtro de los valores y la ética.
Creo que es difícil negar la importancia que ha tenido la cultura griega en la historia de la humanidad y es nada menos que en esta gran civilización en donde encontramos un ejemplo de que un modelo económico distinto al actual puede operar en favor del bien social y la cultura.
Clastress (1985) por otro lado estudia las economías antiguas desde el punto de vista del cumplimiento de su objetivo: la subsistencia de la comunidad.
Señala que las culturas estudiadas “aseguraban de modo muy conveniente su subsistencia” desde la naturaleza, trabajando una parte de la población durante cortos períodos en “un sistema que funciona sin llegar a agotar”. Agrega que si ellos no buscan acumular riquezas o lucrar, es por cuidar las reservas de recursos que la naturaleza les entrega y asegurar así su abastecimiento futuro. La acumulación entonces significa un esfuerzo sin sentido. (p. 4 y 5)
“La sociedad primitiva asigna a su producción un límite estricto que se prohíbe a sí misma franquear, bajo pena de ver que lo económico escape de lo social y se vuelva contra la sociedad, abriendo en ésta la brecha de la heterogeneidad, de la división entre ricos y pobres, de la enajenación de los unos por los otros.” (Clastress, P.1985 p.8)
Este modo de producción doméstico busca la autonomía completa respecto de comunidades vecinas, con las que se relaciona sólo mediante intercambios puntuales de aquellos bienes indispensables que no se puedan producir localmente.
Finalmente Clastress señala que el modo de producción doméstica de las culturas primitivas logra cumplir satisfactoriamente con las necesidades de la sociedad y que todo argumento en contra de su funcionamiento está fundado en preceptos erróneos modelados en base a intereses individualistas ya que “las sociedades primitivas son sociedades del rechazo de la economía”. (p.8) Aquí la economía como tal no existe.
Según la visión del hombre andino que nos entrega Van Kessell, (1992) el trabajo es sagrado. Relaciona la actividad productiva del hombre con la naturaleza y lo extra humano.
El hombre andino encuentra todo su sustento en la naturaleza. Para él, la naturaleza lo es todo. Define su vida e interactúa con ella a través del trabajo. Sacrifica su esfuerzo para obtener riqueza y bienestar, cuidando siempre el equilibrio entre lo humano y lo espiritual. El mundo que él habita es un ser orgánico vivo con el cual vive en simbiosis, utilizando técnicas de producción que se rigen por los valores de la sociedad. (Van Kessel, J. 1992. p.4)
Tanto en la economía doméstica Antigua de Grecia como el MPD de las sociedades primitivas y la visión del trabajo del hombre andino, encuentran su sustento en la naturaleza y le rinden culto, sabiéndose parte de ella. Organizan su producción de acuerdo a escalas de valores y son altamente sociales.
De Waal (2016) describe cómo lo social y la empatía son habilidades humanas que se comparten y se heredan desde la naturaleza. “El contagio del bostezo refleja el poder de la sincronía inconsciente, que está tan profundamente arraigada en nosotros como en muchos otros animales. “ (p.5)
Entrega ejemplos en donde sociedades de animales trabajan en conjunto para lograr objetivos imposibles para uno solo (como cazar presas grandes) o en donde se demuestra gran empatía entre los miembros del grupo, para explicar la profunda naturaleza social y empática de un ser humano interesado en la equidad y el bien común y subraya la fortaleza que puede significar el potenciar estas cualidades enfatizando las dependencias mutuas. (p. 5 y 6)
Consideraciones finales
El sistema económico dominante hoy en día sigue abriéndose paso por sobre las artes de la vida. Pero “las actividades que no sirven para nada podrían ayudarnos a escapar de la prisión, a salvarnos de la asfixia, a transformar una vida plana, una no-vida, en una vida fluida y dinámica, una vida orientada por la curiositas respecto al espíritu y las cosas humanas.” (Odine, N. 2013, p.6)
En las culturas antiguas y arcaicas podemos encontrar ejemplos de sistemas económicos muy distintos al que utilizamos hoy en día que opera en función del día social.
Sabemos que el dios tirano de la economía actual no es el único camino.
Como menciona Odine, podemos elegir entre asumir el problema y hacernos parte de él, o encontrar y potenciar aquellas cosas que realmente concuerden con la esencia de la vida. Lo bueno. Lo inútil.
La gestión cultural debiera preocuparse más de estos temas. De los temas inútiles (de las otras “artes/cultura” ya se encarga la economía). Adoptando una línea de trabajo basada en la asociatividad y el trabajo en comunidad, inspirado en la naturaleza y en contraposición con la visión economicista individualista, contextualizada en la sociedad específica en la que opera.
La gestión cultural debiera encargarse del saber vivir.
Para esto propongo un centro cultural, emplazado en un espacio natural que otorgue sustento y calidad de vida aspirando a la autarquía. Que integre lógicas de intercambio. Que sea un lugar de reunión y de paz.
Un centro cultural que integre en su gestión la esencia social del ser humano, vinculándose con asociaciones con objetivos afines como medio ambiente, educación, juntas de vecinos, otros centros culturales. etc. de modo de lograr mayores objetivos y afianzar la sustentabilidad mutua.
Que se encargue de promover temas que son indispensables pero que la educación tradicional tiene olvidados, como: economía (utilización eficiente y responsable de los recursos de diversa índole), ecología, salud (alimentación, medicina natural, salud mental, sexualidad consciente), sustentabilidad, responsabilidad civil, entre otros.
Un centro cultural que sea inútil
Bibliografía
Bonfil, Guillermo. (1981) Lo propio y lo ajeno: una aproximación al problema del control cultural. Revista Mexicana de Ciencias Políticas y Sociales, 27(103), 183-191. Recuperado el 13 de octubre de 2020 de: http://www.revistas.unam.mx/index.php/rmcpys/article/view/723 29/63805.
Clastres, P. (1985) La economía de la abundancia en la sociedad idivisa. Ediciones Antropos. Buenos Aires.
De Waal, F. (2016). “Cómo la mala biología está matando a la economía”
KOTTAK, Conrad. (2011). Introducción a la antropología cultural. 14ta. edición. McGraw-Hill. Madrid.
Michel Austin, Pierre Vidal Naquet (1986). Economía y sociedad en la Antigua Grecia.. Ediciones Paidos, Barcelona.
Mandiola, M. (2020, 01 de Julio) Preguntas incómodas para las escuelas de negocios donde se forman los profesionales que toman decisiones en empresas y Estado. Ciper Chile.
Odine N. La utilidad de lo inútil. 2013
Van Kessel, J. y Condori, J. Criar la vida (1992); Trabajo y tecnología en el mundo andino. Editorial Vivarium, Santiago.
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