Jorge Muzam
Llevo años rescatando los apodos de San Fabián de Alico. Principalmente los apodos de los antiguos habitantes del pueblo y sus sectores.
En parte porque están tan arraigados a nuestra identidad comunal, a nuestros temas de conversación, a las referencias de la memoria, al humor mismo, que no hacerlo significaría perder para siempre una parte de nuestra construcción cultural.
No lo he publicado hasta ahora porque me falta delimitar los apodos de un par de sectores. Mi deseo es que sea percibido por los descendientes de los ancestros sanfabianinos como un resguardo de la memoria colectiva e histórica, como aspectos relevantes para comprender y valorar los usos de la vieja diplomacia sanfabianina, y que a la vez nos permita saber en qué nos parecemos o diferenciamos, en este sentido, del resto de la ruralidad chilena e hispanoamericana.
Por el momento puedo adelantar que cada bicho tiene su representación humana. Cada pájaro, cada cuadrúpedo, cada ave de corral, cada insecto, cada alimaña del piso. Los hay tiernos, divertidos, burlescos, exaltadores de algún atributo no visible, y algunos indiscutiblemente ofensivos. No existe un dato duro para afirmar que llevar un apodo fue siempre un motivo de denostación. Muchas veces se llevaban con orgullo y su uso repetido redundaba en que a numerosas personas se les desconociera su nombre legal.
En el apodo hay muchas veces intenciones irónicas, paródicas y hasta maliciosas. También sirve como un deshacedor de homónimos, facilitando la identificación de quienes comparten un mismo nombre de pila o apellido.
El apodo suele añadir una carga expresiva o estilística especial al nombre impuesto legalmente, motivado por algún rasgo o herencia personal o social (sea real o atribuida imaginariamente por la comunidad)
La autoría de los apodos es por lo general anónima.
El apodo es ambiguo, inestable, no tiene norma que lo regule, y suele ser producto de la creatividad oral propia de comunidades rurales.
El apodo comunica un sentido metafórico surgido de alguna analogía observada con respecto a objetos, seres, entes o rasgos apreciables en el entorno rural.
Otra característica es que casi siempre son heredables, por lo que algunos apodos llevan varias generaciones dando identidad a ciertos clanes familiares.
Hoy el uso de apodos ha entrado claramente en crisis por diversas causas. Entre ellas, la despoblación rural, la creciente escolarización y el que se le considere una práctica arcaica y denigratoria.
Subsiste en el mundo del hampa, entre los influencers digitales y entre artistas que necesitan un apodo fácilmente recordable. También en el ámbito del alumnado, siempre muy ingeniosos para otorgar rebautizos onomásticos a profesores, funcionarios y autoridades en general.
Respecto a los apodos rurales, podemos advertir que los antiguos apodos perviven con gran frescura a través de sus descendientes y sacarse el mote es prácticamente imposible para alguien que sea descendiente de un clan muy reconocido por su apodo. Sobre todo en San Fabián de Alico.
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