Galería fotográfica
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Profesor Peñailillo junto a sus alumnos (1969) |
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Profesor Peñailillo desfilando junto a sus alumnos (1969) |
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Profesor Peñailillo junto a sus ex alumnos del 75. |
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Profe Peñailillo junto a sus colegas (años 80) |
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Profesor Peñailillo junto a sus colegas (1969) |
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Profesor Peñailillo junto a sus colegas (1990 aprox) |
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Profesor Peñailillo junto a sus colegas (años 80) |
Hemos querido compartir esta galería de fotografías para recordar al Profesor Leopoldo Peñailillo Urrutia y también queremos resaltar una de sus facetas menos conocidas como lo era su afición por la escritura. Testimonio de aquello fueron sus contribuciones, como narrador y poeta, a la revista
La Voz de la Montaña.En esta ocasión nos remitiremos a su participación en una recordada compilación de relatos sobre nuestro pueblo que se realizó a comienzos de este siglo. Su título: ÑUBLE lee la VIDA de sus HIJOS / relatos de la vida en comunidad.
Financiado por el Fondo Nacional de Fomento del Libro y la Lectura, tuvo como principal objetivo presentar un conjunto de relatos que fuesen el fruto de la imaginativa popular de pobladores y vecinos de distintas localidades urbanas y rurales de la entonces provincia de Ñuble (hoy región).
En el índice aparecen cinco autores de San Fabián de Alico. Ellos son: Leopoldo Peñailillo Urrutia, Juan Sepúlveda Marabolí, Sara Correa Quiñones, Juan Luis Sepúlveda Correa e Iván Contreras González.
Los dos primeros relatos de San Fabián de Alico pertenecen a Leopoldo Peñailillo Urrutia, y se titulan: "Historia de los juegos de ayer en San Fabián" y "Mi perro cuida". En el primer texto, el autor realiza una entrañable reconstrucción memorística de sus juegos de infancia.
En recuerdo del querido profesor Leopoldo Peñailillo Urrutia, más conocido como "Peñita", y porque lo que ha sido escrito queda para siempre, publicamos aquel entrañable relato para conocimiento de las actuales y futuras generaciones.
Historia de los juegos de ayer en San Fabián
Por Leopoldo Peñailillo Urrutia
"Recorríamos las polvorientas calles de mi pueblo de San Fabián en nuestra cabalgadura de palo. La sabiduría infantil decía que hay que detenerse en cualquier canal para darle de beber "tres tragos", y luego debían descansar en el pasto verde por un rato, para que repusiera las fuerzas. Al rato, podían montarlas otra vez, para hacer quizás los mandados que los padres nos encargaban, pues la diligencia era más expedita si íbamos conversando medio atravesados al estilo corralero, en nuestros pingos, que nos hacían lagrimear cuando, por razones que solo los adultos conocían, iban a parar al fuego.
Yo tuve particular preferencia por la rueda de fierro, ese arco de alambre hecho por los muchachos mayores que llegaban a nuestras manos sin que la memoria recuerde cómo. ¡ Con qué habilidad teníamos que pasar por entre las raíces, piedras y otros obstáculos para no frustrarnos ni exponernos a las burlas de los otros chicos!
La gran novedad fue cuando apareció la rueda de goma, sacada del borde de un neumático de camión. Con un palito la íbamos conduciendo, dándole pequeños golpes para impulsarla o frenarla. Yo pasaba raudo, feliz con mi aro, aproblemado sí cuando en algún recodo aparecía la niña que a uno le gustaba, porque si la rueda caía, grande sería la vergüenza... si eso llegaba a pasar, me iba apaleando el pobre aro como si este hubiese tenido la culpa.
Entre otros juegos de principios de año, las bolitas de cemento o yeso, cada uno tenía su "tiro chantón", el dócil preferido que obedecía al diestro dedo pasando exactamente por donde uno quería. El tesoro recogido en el juego del día se guardaba en una bolsita que se colgaba en la cintura del mameluco con tirantes. Casi siempre me quedaba con uno solo de los sujetadores: el otro se había despegado por los tirones de los compinches cuando jugábamos al "paco y ladrón".
Una entretención extinta fue el "pillo", trompito confeccionado por una parte de la carretilla de hilo y una larga púa de palo. Sobre una tabla perforada especialmente, el bailarín saltaba sobre una piola que envolvía su delgado pie y entregaba su danza entre grotesca y misteriosa. Lo guardé muchos años entre mis tesoros infantiles: hoy mis manos ya rugosas y surcadas de venas azules quizás puedan fabricar uno nuevo que reviva el ensueño de la infancia.
Nuestros juegos de ayer: preguntando a los chicos por los juegos de hoy, me responden con palabras que me cuesta entender: nintendo, vídeos, game boys, realidades virtuales. Sin comprender reflexiono que a lo mejor mis juegos de antaño no fueron si no, realidad virtual. Mejor me voy a encargarle a un tornero un trompo suavecito para que baile un ritmo interminable en estas manos ásperas y temblorosas."
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Publicado en el libro Ñuble lee la vida a sus hijos. Relatos acerca de la vida en comunidad. Proyecto financiado por el Fondo Nacional de Fomento del Libro y la Lectura del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes (hoy Ministerio)
Fotos 1, 2, 5, 6, 7, 9 y 10: Archivo Patrimonial de San Fabián de Alico.
Fotos 3 y 4: Compartidas en Facebook por Montserrat Troncoso López.
Foto 8: Compartida en Facebook por vecinos que quisieron recordar al Profe Peña.
1 Comentarios
Bendecida sea la ruta que sigue en otra dimensión.
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