Turismo contemplativo en San Fabián de Alico


Jorge Muzam

El sol se asoma tímidamente durante las breves tardes de mayo dejando en evidencia la exquisita variedad cromática de la precordillera andina. Los árboles se prueban túnicas de rojizos, amarillos y anaranjados antes de ser desvestidos por la brisa del otoño tardío.

Al terminar el verano San Fabián se silencia. Solo perdura el murmullo alegre de la muchachada que entra y sale de clases. Ruido de motosierristas preparando metros de leña para el invierno. Susurro de acequias transparentes que bajan de los cerros. Perros lejanos ladrándole a las sombras. Cachañas que recorren el valle merendando las últimas manzanas. 

Incesantemente arriban visitantes a deleitar su alma con la belleza del paisaje, aspiran el aroma del boldo, palpan el agua gélida del río Ñuble, trituran con pasos tímidos las hojas resecas del castaño. Las montañas se solapan con impresionismos azulosos. Los robledales se prueban bufandas violáceas. 

Una oración emana del alma de cada observador, una oración que puede ser cristiana, budista o atea, una oración que agradece, que recita un poema espontáneo por la oportunidad de estar, de solo estar, aquí, en uno de los lugares más hermosos del planeta.

Foto: Archivo Sanfabistán.

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2 Comentarios

  1. que manera de presentar al mundo , nuestro querido San fabian ,se demuestra en la narrativa el corazón lleno de alegría por su hermoso pueblo . Bien por Jorge ,también dándole fuerza a la cultura del pueblo , aunque algunos no lo valoricen. Sigue con fuerza querido Jorge.

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