Marzo trajo consigo el silencio / Notas de San Fabián de Alico


Jorge Muzam

Hay quienes disfrutamos vivir en San Fabián de Alico por su silencio. De ahí que el verano con su aumento exponencial de visitantes y su incesante estridencia sea difícil de soportar. Es claramente uno de los costos del turismo sin control. No solo nuestra comuna vive ese problema.

El silencio es un tesoro cada vez más difícil de encontrar en esta trajinada época. Mucha gente ha escapado de la ciudad precisamente buscando eso. Tranquilidad, armonía, un contacto directo con la naturaleza que mejore significativamente su calidad de vida. Y San Fabián de Alico ha sido, hasta el momento, un emblema de este tesoro cada vez más escaso.

Por esto, resulta insoportable que alguien imponga algún tipo de música ambiental en la plaza de armas. No hay nada más gratificante que sentarse o caminar bajo la sombra escuchando únicamente la brisa colándose por los tilos y fresnos, oír uno que otro pájaro, o el murmullo de la acequia cristalina deslizándose a un costado de calle Independencia. 

Hace unos días volví a reparar en este inigualable disfrute de una plaza silenciosa, precisamente porque no había ningún despreciable parlante emitiendo el chirrido de algún gusto personal. 

Si bien es verdad que mucha gente respeta la naturaleza, así como el espacio personal y auditivo de otros, también es verdad que no menos gente llega de distintos lugares a imponer su grotesca forma de vida habitual contaminando acústicamente hasta los lugares más apartados de la comuna. Con enormes parlantes, radios de vehículos a todo volumen, griterío alcohólico y niveles preocupantes de vulgar prepotencia y total falta de empatía. 

Porque además de haber más personas en cada uno de esos lugares, numerosas familias que buscan y necesitan descanso, suelen haber muchos niños, adultos mayores y también flora y fauna silvestre que debiese ser respetada.

Es un tema difícil de resolver y en el que debiese involucrarse permanentemente el municipio y las organizaciones, empresarios y microemprendedores que viven del turismo. Campañas permanentes de educación, de concientización, de señalización, de hacer evidente el problema. Poner íntegramente en práctica la Ordenanza Ambiental, que tiene un acápite vinculado a este tema. Al menos para intentar ir mejorando la convivencia, el respeto entre las personas, el carácter sagrado de la naturaleza, la fragilidad de la flora y fauna, y no desdeñar ni desoír el silencio, que es quizá una de las mayores riquezas de nuestra comuna. 

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Fotografía: Río Ñuble, sector puente San Fabián. Archivo Sanfabistán,

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