Se viene la temporada de cerezas / Notas de San Fabián de Alico


Jorge Muzam

Avanza noviembre y empiezan a madurar las cerezas en San Fabián de Alico. Las arboledas se tiñen de racimos rosados y rojos incipientes. Solo tenemos que alzar las manos y tomarlas mientras caminamos por nuestras tranquilas calles. Negras y corazón de paloma. Blancas, comunes y monstruas. Es una de las mayores bendiciones de este valle, tal como las manzanas amarillas, las ciruelas moradas, las peras de agua y los albaricoques. En cada casa hay parrones de uva negra, moscatel o Italia. No son pocas las que cuentan con castaños y nogales. En los cerros abunda la avellana. Los febreros son de durazno y mora. Abril de membrillos y naranjas. Muchas casas han heredado frutales de generaciones pasadas. Otros plantan nuevas variedades, hacen injertos y sueñan con esa abundancia proyectada a sus descendientes.

La cereza es la fruta más característica de nuestra comuna. En casi todas las casas hay cerezos. También en las calles del pueblo. Y sobre todo en nuestro imaginario. Crecimos escuchando historias de caravanas de carretas de bueyes cargadas con cerezas en dirección a San Carlos. De visitantes que arrendaban un árbol para sacarle por sí mismos toda la fruta hasta llenar sus canastas. De vendedores ofertando cerezas en jarros o platillos para el 8 de diciembre. Y por cierto que no hay sanfabianino que en algún momento de su vida no haya subido a un cerezo para comer cerezas hasta saciarse.

Lamentablemente, desde hace cuatro años, parte importante de la producción de cerezas se ha visto afectada por la presencia de la mosca Drosophila Suzukii, sin que hasta el momento se tomen medidas a gran escala desde los organismos gubernamentales para erradicarla o al menos paliar sus efectos. Al menos en lo que concierne a los huertos caseros o pequeños productores que carecen de herramientas técnicas para liberarse de este flagelo.

Este problema es un gran problema para nuestra comuna, no solo por su impacto económico, si no también por su impacto cultural, ya que deja bastante alicaído a uno de nuestros mayores orgullos identitarios.



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