Juan Quero
Comenzar a escribir sobre esta maravillosa Comuna, me hace sentir como recién casado – hace cincuenta y seis años atrás- que sabía lo que tenía que hacer, pero no por dónde comenzar. Pero voy a intentarlo escarbando en mi mente, ahí debe haber cosas olvidadas que el escribir las que recuerdo, saldrán a flote y podre anotarlas.
Llegué a San Carlos en agosto de 1958, con doce años de edad. Mi padre, Juan Quero García, había sido trasladado de la Zapatería La Venus de Lota Bajo, a Calzados La Negrita en San Carlos el año anterior. En enero del año 1959, nos llevó a veranear a San Fabián, arrendó un par de piezas a la señora Carmen Acuña, ahí frente al Retén Viejo de Carabineros de Chile.
Entre esa Institución y nuestras piezas, había un sitio eriazo debidamente cercado, que servía a los arrieros que bajaban del interior para encerrar sus animales, tanto los de montar, como ovejas y la lana en fardos producto de la última esquila, chivitos buenos para ir a parar al asador, charqui de chivo, aves caseras, producto de la última esquila y más…también llegaban gauchos argentinos.
Cierto día, ya llegada la obscuridad, estaban ellos sentados en torno a una hoguera que servía para dar luz, churrasquear y, por supuesto, matear. A la distancia observé que jugaban con cartas de naipe… de pronto uno que no participaba del juego, llegó a sentarse cerca de ellos y “acunando una guitarra que en su pecho se hizo un nido, le cantó a los guapos que andando por ahí, había conocido”. Estuvo cantando y declamando poemas no sé cuántas horas. Mis hermanos mayores volvieron del encuentro que cada noche los veraneantes se reunían en la Plaza, hasta las doce de la noche…y el gaucho arriero siguió cantando un buen rato más.
Ese espectáculo gratuito, cuyo único observador era yo, impactó mi corazón es ambos estilos: cantados y declamados, ambos eran acompañados con los acordes de la guitarra. Lo que no imaginé ni por un instante, es que llegaría a desarrollar ese show muchos años después, al convertirme en declamador de la poesía gaucha, incluso la religiosa en el mismo estilo.
Vuelvo a mis años mozos en San Fabián. La rutina de los veraneantes era todos los días muy parecida. Tipo once de la mañana, nos reuníamos en la plaza a conversar de lo que cada uno hacía en la ciudad donde vivía, estudiaba, pololeaba, dependiendo de la edad, como es lógico.
Después del almuerzo, el lugar de reencuentro era “la piscina de los Avila”, algunos más mayorcitos se pasaban al Estero de Piedra, y así sacábamos la tarde hasta las siete más o menos. Volvíamos al Pueblo, cada uno a su casa, y a eso de las veintiuna horas, comenzábamos a llegar a la plaza a reunirnos nuevamente.
En San Fabián, para esos entonces de hartos años atrás, no había luz, energía eléctrica. Mi padre nos facilitaba su lámpara Petromax y la poníamos en lo alto de la pila de la pileta que nunca la recuerdo con agua, y sentados en su borde conversábamos, otros paseaban girando por debajo de los tilos, y los papas también reunidos, formaban parte de aquello. ¡Ah, pero lo más importante, y así fue por años, era bailar dentro de la pileta, que era el único bien público a la vista “p a v i m e n t a d o”: Rock and roll, blues, boleros, etc. de los intérpretes más populares de aquellos gloriosos años ´60. …a veces sonaba un tanguito arrabalero para los papás más osados que se mezclaban con nosotros en la pista de baile. ¿De dónde provenía la música? ¡Qué buena pregunta: alguien que no recuerdo su nombre, tenía una enorme “radio a pila” la que se ponía en lo alto de la pileta y sintonizada una emisora santiaguina en onda corta, agarraba su transmisión: Minería “Bailables de media noche”, con Carlos Alberto Palma: Palmita
En una de esos encuentros, alguien sugirió escalar el Malalcura, cosa nada de fácil teniendo en cuenta que se necesitaba un guía para emprender la hazaña. Entonces recordé que un chiquillo como nosotros, que trabajaba de auxiliar en una de las dos “micros”, de Enrique y Hugo Caro, me había contado que él conocía y sabía la ruta para ir a la montaña…y fuimos. Salimos diez con él a las cuatro de la mañana desde la plaza. Enfilamos por el camino “Al Macal, luego hacia el Malalcura.” A eso de las trece horas estábamos en la cima, la que hay que encarar por detrás del macizo, pasando por un corte en la roca que se puede observar desde abajo, en su ladera derecha. Al guía lo bautizamos por Natalí, porque un cantante francés de esa época popularizó el tema que contaba la historia de una chica llamada Natalie que era guía en la Ciudad de París: Gilbert Becaud…. y se acabaron las vacaciones
Al verano del año siguiente, hubo una novedad bastante interesante. Un chiquillo que era de Santiago, si mal no recuerdo, de apellido Asadi, llegó con la novedad de último minuto: un toca disco a pilas que sólo tocaba discos 45 RPM y del sello Polydor. Trajo cualquier cantidad de discos de los de moda: rock and roll, twist, baladas y unos bien leentiiiitos para bailarlos cheek to cheek ( mejilla con mejilla) e intérpretes como Brenda Lee, Paul Anka, Adamo, Sinatra , Chubby Checker, Alain Barriéren, Neil Sedaka, Frankie Anabalon y muchos otros de moda por esos años de la década de los 60.
Los reunidos como en cada verano, eran de familias de San Carlos en su mayoría: los Fuentes, los Contreras, los Quero, los Henríquez, los Gebrie, las González-Cavada, los Zuñiga y otros que no recuerdo sus apellidos. Los Midleton venían de Viña del Mar: cómo olvidar a Melisa y a Pelena, primas del pesado turco Asadi, el del tocadiscos…
Muy pocos teníamos otra entretención: la pesca en el Río Ñuble o en los esteros. Otros salían a cabalgar…y se fue pasando el tiempo y llegaron dos grandes adelantos: la electrificación y el agua potable, y posteriormente a largo plazo, la pavimentación de la ruta San Carlos – San Fabián.
El último año que como familia fuimos a veranear a San Fabián, fue el verano l965. Después, cada hijo del matrimonio Quero-Román, zarpó en su propia Arca hacia otros puertos, por otros rumbos, pero nunca hemos dejado de visitar “El Puerto amado en nuestros sueños, San Fabián de Alico.”
Mi hija menor, Karem, que vive en la comuna de Colina, en Santiago, cada año viene a su San Fabián amado, ya sea en sus vacaciones o por unos pocos días.
Un testimonio: estando radicado en la ciudad de Comodoro Rivadavia, en la Patagonia Argentina, esto a la altura de Coyhaique, fue a la Universidad Nacional de la Patagonia Argentina don Nicanor Parra. Estuve presente en el Aula Magna en su intervención. Luego de lo Catedrático del encuentro, ofreció la palabra a los presentes a fin de responder a alguna inquietud.
Hubo varias preguntas de los asistentes. Agitando mi banderita chilena que llevaba en mi bolso de trabajo – a los chilenos residentes que trabajan en las Empresas petroleras, el día 18 de septiembre les dan la tarde libre para celebrar nuestra Fiesta Nacional, de ahí mi banderita – logré se fijara en ella y me cedió la palabra y pregunté: Don Nicanor, ¿dónde nació realmente su hermana Violeta, a la que ha mencionado en reiteradas oportunidades en su exposición?
Fue tajante en su respuesta: “Yo y mi hermana Violeta nacimos en San Fabián de Alico, provincia de Ñuble. Si Ud. se refiere al por qué entonces los Sancarlinos dicen que ella nació allí, es por la simple razón que en esos años en San Fabián la única Repartición Fiscal que existía allí, era Carabineros de Chile. Por lo tanto, todos los niños nacidos en Otoño e Invierno y algo del verano, eran pasados por el Civil en San Carlos prácticamente al año siguiente de su nacimiento, ya que en esos meses de invierno no se podía ir a la Ciudad, salvo de a caballo o carreta, porque lo que había era más bien una huella. Y las parturientas eran atendidas por sus madres o parteras como se las conocía en el Pueblo”. Me quedo sí o sí con su declaración.
Y como pasa el tiempo, cosa que no admite discusión, se traspapeló entre las hojas del calendario, la amistad, la presencia física de los amigos y muchos están inubicables incluso de nuestra memoria; otros fallecieron, como ha sido el caso de mi esposa, que amó a San Fabián desde que le conoció cincuenta y seis años atrás, de alguna manera los Quero-Gutiérrez, nos hemos convertidos en cooperadores y colaboradores de la ciudadanía a través de su Biblioteca Municipal. Otros lo harán siendo parte de su Dirigencia Comunal. Desde el extranjero hay quienes lo siguen amando… ¡es que tiene ese algo… que no logro comprender qué es! Así de simple.
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Bellísimo y entrañable escrito y fotografías de nuestra comuna en los años 60 compartido por don Juan Quero a la Corporación Cultural Alico y a Sanfabistán como parte del proceso de rescate de la memoria histórica de nuestra querida comuna.
En la foto que encabeza este texto se aprecia a don Juan junto a unas amigas de la época sentados en la antigua pileta de la plaza de San fabián de Alico, "donde al anochecer nos juntábamos a bailar dentro de ella", según nos cuenta. En la segunda se aprecia a don Juan en el Estero de Piedras. En la tercera en una calle del pueblo, con la característica frondosidad árborea de fondo. Y en la última, disfrutando el frescor de nuestra ya mítica piscina municipal, siempre llenándose directamente con agua de montaña.
1 Comentarios
Escribió Berthol Pret: La grandeza de una Nación queda demostrada, cuando las calles de sus ciudades, llevan los nombres de quienes la hicieron grande. Estará San Fabián a tono con lo expresado?
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