Jorge Muzam
En calle 21 de Mayo, pasado la Plaza de San Fabián en dirección al cerro Alico, se encuentra ubicado el último barón de la comuna. Cumple la función de estacionamiento de caballos del restorán La Posada. Frente a él está la antigua casona de la familia Middleton.
Los barones están en la memoria emotiva de los sanfabianinos. Antiguamente estaban por todos lados. Junto a almacenes, restoranes y cantinas. Y si era época de ramadas, se improvisaba un barón para la ocasión. El caballo era el principal medio para desplazarse de un punto a otro. Por eso se requería de un espacio para mantenerlos amarrados y bajo control. Eran parte del paisaje. Quizá por eso se les siente como algo tan propio. Tal como las banderitas rojas evidenciando la existencia de carnicerías, o las banderitas blancas anunciando el pan calientito de las panaderías.
Los caballos esperaban con paciencia budista a sus sedientos jinetes, o a las diligentes familias que sobre ellos se transportaban. De repente un relincho suave, casi como un carraspeo, alcanzar una hoja seca entre las patas, espantar un tábano con la cola. El resto era rumor de brisa, traqueteo de carretas, niños jugando a molestar al cuidador con pata de palo de la plaza. Era el cansino transcurrir de este bello pueblo cordillerano.
Hoy, parte importante de la comunidad pide que vuelvan los barones, ojalá en cada cuadra, en cada barrio. Solo para verlos, para saber que están ahí. Para abrigar la nostalgia y soñar con los ancestros esperando el arribo de caballos extintos. Porque la comuna y el país han cambiado. Las nuevas generaciones tienen preocupaciones y anhelos distintos. Y existe una ordenanza ambiental, normas urbanas, leyes del tránsito, y nuevos vecinos venidos de la ciudad, a quienes no les hace mucho sentido esta particular añoranza.
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Fotografía: Jorge Muzam 12/6/2019
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Fotografía: Jorge Muzam 12/6/2019
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