Jorge Muzam
Comprendo que el tiempo lector de cada persona sea escaso. Más aún el tiempo lector no residual. La vida actual es vertiginosa, a menudo agobiante y no pocas veces carcomida de aspiracionismo banal que nos lleva a gastar hasta el último minuto en conseguir cosas para competir con el de al lado. Y cuando lo conseguimos sentimos que no ha servido de nada, que es un logro que no merece ninguna estrella, porque la ostentación es uno de los comportamientos humanos más fútiles.
Pero si de alguna forma podemos combatir tanto desperdicio de vida es viajando, explorando senderos de bosques y montañas, y también leyendo, dejándonos acariciar por lo que otros pensaron o vivieron. Viajar a través de las letras, ir al pasado y volver, visitar una aldea africana, la taiga siberiana, el mar Caspio, navegar con piratas, cruzar el ártico en un submarino, batallar junto a próceres legendarios. Y de paso ampliar exponencialmente los límites del pensamiento, abrir nuevas ventanas al universo, comprender alegrías y tristezas, empatizar con el dolor ajeno y salir definitivamente de nuestro egoísta cascarón que nos empantana en continuas veleidades cotidianas.
Por otro lado, no hay nada peor que un burro que lee poco y sobre un solo tema. Habitualmente se convierte en un obtuso sentenciador moral con ínfulas de sabelotodo.
Recomiendo leer de todo, y sospechar de todo. La buena literatura nos convierte en psicólogos sagaces. En fiscalizadores implacables de la corrupción institucional. También de su inoperancia. La historia nos hace amar nuestras raíces y comprender mejor el presente. La filosofía está presente en todo. Pensar la realidad, escrutinarla, es algo que nos fue dado naturalmente. Solo tenemos que estar atentos a no llenarnos de prejuicios que son como virus malignos que se incrustan en el cerebro y envenenan lo que vemos y cómo lo vemos.
En los próximos meses deseo implementar un taller de narrativa en San Fabián. Será una oportunidad para compartir experiencias, desplegar habilidades escriturales y conformar un equipo que aspire a escribir sus historias personales y de paso contribuir a la memoria sanfabianina.
Mi primera recomendación lectora antes de iniciar el taller: Cuentos de los años felices, del argentino Osvaldo Soriano. Un libro de fácil lectura, emotivo, enriquecedor e inolvidable.
Foto: Portada de libro.
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