Jorge Muzam
Comenzó marzo y la población de San Fabián ha intentado retomar cauces de normalidad dentro de una situación sanitaria altamente compleja. Como comuna se dio la curiosa situación de que nunca descendimos de la fase 3, no importando los abundantes casos positivos de covid-19 que fueron apareciendo y multiplicándose. Solo después que se fueron los veraneantes y cuando ya no tenía sentido la comuna pasó a fase 2.
Como si la población sanfabianina no importara, o como si nos considerasen inmunes al posible contagio que podría acarrear la avalancha de visitantes y turistas que llegó hasta la comuna.
Estar en fase 3 creo una sensación de adormecimiento, de ilusión irresponsable. Es cierto que los empresarios turísticos pudieron sacar, en su mayoría, cuentas alegres tras un año muy difícil. Y es cierto que casi todos hicieron lo posible para crear condiciones sanitarias óptimas en sus respectivos emprendimientos. No es en ningún caso culpa de ellos el problema que se fue suscitando.
El tema es que ni desde el municipio ni desde la seremía de salud se tomaron, en apariencia, mayores resguardos para proteger a la población local. No se establecieron puntos de control rigurosos, cuotas de entrada a la comuna ni mayor fiscalización en los abundantes sectores donde se despliegan los visitantes, ni menos aún una defensa cerrada de nuestros adultos mayores. Tampoco se mantuvieron sanitizaciones públicas permanentes durante todo el verano, como sí lo hizo Cobquecura, comuna que logró mantener a raya el contagio.
Al menos así sucedió hasta los últimos días de febrero en que se vieron reacciones puntuales y tardías de parte del municipio ante lo que nosotros como medio informativo íbamos evidenciando.
Asunto aparte es la peligrosa incomodidad que provocaron en los sanfabianinos las largas filas ante los almacenes, el cajero automático permanentemente malo o las cajas vecinas completamente colapsadas. Y ni qué decir de los tradicionales cerros de basura con pañales, papeles higíénicos y botellas quebradas que fueron quedando como testimonio turístico a la orilla de ríos, esteros y lagunas, y donde siempre los inspectores encargados de ir fiscalizando ese asunto han brillado por su ausencia.
Hoy tenemos abundantes casos activos de covid-19 en San Fabián. A modo de ejemplo, el miércoles 24 de febrero se informaba desde el departamento de salud local de 16 casos activos. Luego fueron sucediéndose diariamente entre 1 y 6 casos nuevos, sumando un impresionante número de casos activos y decenas de nuevos vecinos en cuarentena. Por otro lado, la información oficial que se entrega siempre es escueta, a cuentagotas, impidiendo a la ciudadanía mantenerse apropiadamente informada para poder tomar todos los resguardos posibles.
Una sensación de profundo malestar atraviesa a la comunidad sanfabianina. Una sensación que tiene que ver con sentirse pasados a llevar por haber sido considerados nuevamente una comuna de sacrificio, lo que permitió que la población del resto de la región y también de Santiago tuviese donde veranear sin ninguna restricción fiscalizadora.
Hoy vivimos tiempos de campaña. En las redes se ve a un candidato oficialista diciendo con gran soberbia, risa burlona y ninguna autocrítica que todo está mejor que nunca. Otros hablan generalidades políticamente correctas sin ahondar en temas realmente importantes. Otros solo expelen monsergas populistas para embolinarle nuevamente la perdiz a la gente. Hasta hay candidatos (as) a la concejalía que ni siquiera son de San Fabián. Mucho show barato, politiquería light y sonrisita hipócrita. Mucha adulación oportunista a los adultos mayores, jugando con su dignidad, con su soledad, con su emotividad, porque después de cada elección los dejan complemente solos. Unos cuántos aferrándose con dientes y uñas y ningún escrúpulo a su sueldito fiscal. La mayoría con escasa preparación formal. Y muy pocos candidatos preocupándose de establecer verdaderamente un contacto empático, respetuoso y constructivo con cada vecino. Es decir, se perpetúa el círculo de la mediocridad que ha mantenido a la comuna postrada durante décadas.
Esperemos que, al menos, a ninguno de los candidatos se le ocurra la irresponsabilidad de aglutinar gente para demostrar poderío en sus fotos de campaña. No estamos para acciones masivas, ni fiestas ni competencias. Vivimos un momento muy delicado y solo esperamos que los candidatos a la alcaldía y al concejo contribuyan responsablemente a mejorar las cosas, no a empeorarla.
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