A veces el pueblo entero se entristece. Un respiro más hondo. Una congoja que se anuda en la garganta. Trágicos sucesos han abatido el corazón de queridas familias sanfabianinas. Almas de pura bondad que han emprendido el vuelo hacia el horizonte previsto por cada creencia.
Es la paradoja del tiempo. No hay medida precisa. Un segundo o nueve décadas pueden significar igualmente la eternidad.
Honramos, abrazamos y acompañamos a cada familia. Algo está asegurado: el sol y la luna seguirán trayendo cada día, año y década la luz de los recuerdos de quienes embriagaron de amor y alegría a sus familiares y cercanos.
Todo sigue viviendo en la memoria.
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