Primeros acordes del otoño sanfabianino



Jorge Muzam

Desayuné un durazno del huerto, un sobreviviente de la primera lluvia de marzo. Luego una marraqueta tostada y un huevo frito. Huevo de gallina campesina, de ponedora alaraca, que despierta y se duerme contemplando el tramonte solar sanfabianino. Té negro de hoja larga endulzado con miel del valle, miel de abejas nativas que diplomacean con boldos y castaños en flor.

San Fabián es una bendición estética. Las nubes descienden hasta las quebradas donde se bañan las montañesas desnudas. El otoño despliega su abanico cromático. Se amarillentan maíces y porotos. Caen las semillas de los cardos ancianos y las manzanas de abril empiezan a aromatizar las quintas. Cada aroma nos teletransporta a otras edades, a otras épocas, ventanas que se abren en el tiempo, personas extintas que nos vuelven a regalar una sonrisa, una caricia, un dulce envuelto en humo de nostalgia.

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