Inundaciones en sector La Vega: el peligro de no planificar la habitabilidad de un territorio

Jorge Muzam

El primer paso que deben acometer quienes planifican un territorio no es solo recorrerlo, tomar coordenadas o maquetarlo, sino que imaginárselo en todas las variantes que pueden contribuir o entorpecer la desenvoltura de esa planificación.

Tal es el caso del sector La Vega. Solo basta imaginarse el valle de San Fabián en su conjunto, con sus lomajes, relieves, cursos naturales de agua, hondonadas y drenajes, para percibir hacia dónde se dirigen las aguas. Y junto a ello considerando siempre la orientación hídrica natural que se produce de noreste a suroeste. 

Por lo mismo, La Vega tiene su nombre bien puesto, porque es la principal zona de decantación de las aguas del valle, sean estas superficiales o subterráneas. 

La naturaleza va produciendo con el pasar de los siglos sus propios cursos de agua. Y allí donde el relieve antepone diques u obstáculos, la propia y constante fuerza de las aguas va desgastándolos hasta vadearlos o romperlos

La sabiduría campesina era sabia en estos asuntos. En lugar de ir contra la naturaleza, le facilitaba las cosas. Pero vino la especulación inmobiliaria, los loteos, la división de las herencias, el enamoramiento de la tranquilidad del valle, el deseo ferviente de hijos, nietos y bisnietos por volver a vivir al lugar de sus antepasados, el sueño legítimo de muchas familias de la ciudad de poseer su pequeña casa en la pradera, y sumado a ello, la total ausencia de autoridades preocupadas de planificar inteligentemente el territorio. 

Todo lo anterior llevó a una exlosión de viviendas sin ningún control, y no solo en el sector La Vega, sino en gran parte del territorio comunal.

Con el pasar de las últimas décadas, los antiguos cursos de agua por donde se facilitaba la afluencia al río Ñuble fueron desapareciendo, sobre todo si pasaban por donde se requería construir una nueva vivienda o galpón. De esta forma, muchos de ellos se desviaron, obstruyeron o simplemente se eliminaron, generando una bomba de tiempo, sobre todo ahora que hay que considerar las fuertes alteraciones que está produciendo el cambio climático en el planeta.

Con el paso de los últimos frentes de lluvia se han inundado patios y potreros, y han aparecido lagunillas que no se veían desde hace décadas, cuando efectivamente no había casas y el asunto no era mayormente preocupante. A otras casas se les está filtrando la humedad desde el piso. Los suelos en general se encuentran muy reblandecidos. 

En definitiva, ha cambiado el paisaje. Se ha redestinado el uso de los suelos, y todo ello sin considerar la enseñanza que deja la historia, las características geográficas ni la propia sabiduría campesina, que jamás se debiera eludir. 

La Vega pasó de ser un lugar con muy poca población a ser uno de los lugares más poblados de la comuna. Y en todo este acelerado proceso no se ha visto al Estado o al municipio poniendo o sugiriendo ningún tipo de orden. Y ni siquiera se trata de controlar en exceso a la población, sino de poner al servicio de las personas todas las herramientas de adecuada urbanización de que dispone el Estado para anticipar, proteger y mejorar la calidad de vida de las propias personas.



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