Parte de la riqueza sanfabianina es su abundante fruta orgánica. Parrones, castaños, nogales, naranjos, duraznos, cerezos, ciruelos; árboles que fueron plantados por nuestros antepasados y que siguen en el mismo lugar, proveyéndonos de alimentos frescos, sanos y nutritivos en cada nueva estación.
Injertos ancestrales. La alquimia lúdica de los abuelos. Generosa ofrenda de amor a sus descendientes. Viejos perales y manzanos que solo existen en San Fabián de Alico. También avellanos, que han crecido casi sin intervención humana.
Nos preparamos para el advenimiento de un nuevo otoño cordillerano plagado de colores y aromas de fruta madura. Es tiempo para recolectores y cachañas expectantes, para fotógrafos y pintores, para excursionistas y buscadores del silencio.
Jorge Muzam
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