El silencio de abril es a ratos pulverizado por la estridencia de cientos de cachañas que bajan a merendar las frutas del otoño. El valle se deja acariciar por un sol tibio y las montañas se tiñen de brumas liláceas y dorados solares en las cumbres. Abril es seco y aromático. Manzanas y membrillos lúcuma caen y se pudren. Hay pan con mermelada de mora para el desayuno. Lentejas para el almuerzo. Castañas cocidas para la tarde. Racimos de uva negra rescatados a manotazos de las avispas voraces. El cedrón empieza a secarse. El huerto ofrenda los últimos morrones. Duraznos y cerezos se anaranjan. La hierba deshidratada toma un tono gris conejo. Los álamos se prueban sus galas amarillas antes de la fría desnudez de mayo.
Los perros han tenido poco trabajo. No abundan los motivos para ladrar. Escasos deportistas antes de las nueve. Una que otra camioneta con verduras. Los presurosos municipales.
Se alarga la pandemia en el mundo y también en San Fabián mientras siguen cayendo las hojas en avenida Purísima. Se extrañan los buenos tiempos donde conversar y compartir era lo usual. Las pocas personas que salen de sus casas se saludan de lejos. La sonrisa solo puede dibujarse en la mirada.
San Fabián de Alico, 20/4/2021
0 Comentarios
Déjanos tu opinión y síguenos en Facebook, Instagram, Twitter y TikTok!