Minas-Ñuble / Memoria chileno-argentina



Jorge Muzam

La propuesta era seductora. Traspasar la cordillera a pie, pisar suelo argentino, conocer ese sendero tantas veces apisonado  por comerciantes y contrabandistas, por arrieros chilenos y argentinos, por huasos y gauchos, pehuenches y exploradores. Ver lo que otros vieron, soñar lo que otros soñaron. Una delegación chilena y otra argentina compartiendo anhelos comunes en la alta cordillera. No hubo tiempo a preparativos. Partimos de madrugada con lo que teníamos a mano. Mochila y carpa prestada, sacos de dormir rotos, ropa de calle, jeans, zapatillas viejas y la determinación (que es lo más importante) de cumplir a cabalidad nuestro propósito.



Avanzamos por un caminito que bordea el río Ñuble hasta su nacimiento. Subíamos y bajábamos entre coigües y robledales centenarios, entre soberbios maitenes y aromáticos peumos. Algunos árboles estaban en el suelo achurrascados, probablemente pulverizados por rayos impunes. Gruesos troncos negros como muñones entre la hierba eran el testimonio de la ira climática, especie de tótemes de ánimas baquianas. A los costados enormes laderas, esterillos secos, el Velo de la Novia como una lágrima divina, y a cada paso astromelias naranjas, amarillas y rosadas, paramela en la antesala de las cumbres, rapaces planeando entre los acantilados y nubes tan grandes como naves nodrizas de ángeles enfiestados.



El encuentro con los hermanos argentinos fue en Valle Hermoso, pocos kilómetros antes de la frontera. Los fue a buscar al límite fronterizo Paola Arancibia, encargada de relaciones internacionales del municipio,  y  Jessica Valenzuela, enfermera a cargo del bienestar de la expedición.

Llegaron atardeciendo, en ordenada fila india, cansados en apariencia pero jamás quejándose, sino más bien maravillados con la magnificencia de la cordillera, con la contemplación desde las alturas y alegres por concretar un avance hacia la reapertura del paso fronterizo. Eran 45 y nosotros 19. Provenían de Andacollo, Varvarco, Chos Malal y Las Ovejas. Nosotros éramos mayoritariamente sanfabianinos, tres sancarlinos y un representante de Ñiquén.



Nos abrazamos fraternalmente y luego a refrescarse con cerveza fría y agua de manantial. Lo primero fue acomodarse en las carpas antes que la noche los dejara a la intemperie. Don Vital, destacadísimo cocinero chileno, tenía todo a punto, asado a disposición, papas cocidas y ensaladas de pepinos, tomates y lechugas.



Degustamos hasta el anochecer, compartiendo, mezclándonos, conociéndonos.

Una gran fogata nos reunió a las diez de la noche. Los que quisieron se presentaron y expusieron sus saludos, convicciones y sueños. Habló el alcalde Almuna, sus anhelos de hermandad y unión de nuestros pueblos. Agradeció a cada asistente y anticipó que habrá muchos encuentros similares hasta que el viejo sendero se transforme en una moderna carretera binacional que una territorios y culturas. Fue aplaudido largamente.



Luego vinieron las tonadas de Leonor Almuna, eximia cantautora chilena, que elevó su hermoso trino a un cielo particularmente estrellado. Nos sorprendimos al ver un par de cuecas tan bien zapateadas por entusiastas argentinos. Un andacollino tomó la guitarra y cantó canciones de Ceratti. Dormir fue asunto de pocas horas. A las seis de la mañana estaban casi todos en pie, dispuestos a iniciar la travesía hacia Argentina.



El trayecto se desarrolló en completo orden. Los argentinos eran muy disciplinados. Tomaban precauciones, cuidaban a su gente y también nos cuidaban a nosotros, que éramos minoría.



Larga caminata, largo ascenso, monstruosidades del Mesozoico sin erosionar, lagartijas verdes, pimpinelas adheridas a los calcetines y botellas de agua que se iban vaciando rápidamente.



Llegar a la cumbre más alta fue agotador y solemne. Desde el último risco se veían los dos países. Habíamos llegado al hito fronterizo, la cresta del mundo, allí donde se separan las aguas hacia el Atlántico y el Pacífico. A un lado el abrupto Chile, los cajones profundos, la geografía esculpida por un párvulo desprolijo. Por el otro, la inmensidad, la llanura, los corderos cariblancos y la enorme laguna Vacalauquén.





Tras los trámites aduaneros nos fuimos a una posada municipal. Nos atendió Irma, risueña neuquina que nos brindó su cariño hogareño y nos preparó tortas fritas, pancitos de anís y mates. Siempre preocupada de que nada faltara, de que todos pudieran sentarse y repetirse, de mantener las teteras hirviendo para el mate cocido y el mate con bombilla.

La recepción fue casi a oscuras, iluminada con focos de camioneta. El viento nocturno de Neuquén nos provocó mas de un tiritón. Pollo asado, ensaladas surtidas y un sabroso vino mendocino con el que brindamos por la buena estrella de todos los allí presentes. Luego vinieron los agradecimientos del alcalde Almuna y de los anfitriones argentinos. Tonadas de Leonor Almuna, alegría generalizada por una misión cumplida y el sueño que nos volvió a derrumbar como sacos de papas.

Desayunamos muy temprano. Irma tenía todo listo. Nos despedimos con un fuerte abrazo. Trámites aduaneros expeditos y emprendimos la caminata de regreso.



Parte de los chilenos cruzaban a caballo, pero nosotros, por ir a pie nos adelantamos y a tranco largo cruzamos la laguna Vacalauquén, las huellas borrosas entre los odiosos ñirres y ascendimos hasta la vega de media altura donde nos esperaba don Ramón Valenzuela, noble baquiano encargado de la logística del viaje.

El último gran ascenso fue rápido, decidido, pues era lo más temido. Don Nano, nuestro compañero de 68 años, nos llevó casi trotando hasta la cumbre. Llegar arriba fue el mayor alivio. El ánimo era festivo, últimas fotos de ambos países, banderas desplegadas, brindamos con Quilmes en proceso de entibiamiento. Mientras nuestros compañeros sancarlinos de trekking inmortalizaron sus nombres con un plumón violeta sobre una pequeña piedra caliza, el resto seguíamos maravillados contemplando los dos países desde arriba, con ojos de dioses, poetas y contrabandistas. De pronto desde una de las montañas emergió una explosión, enorme como bombazo atómico, como lluvia explosiva de estrellas. Era el volcán Chillán que nos saludaba, que alzaba vítores por ambas patrias, por la hermandad sin condiciones. Esto debo contárselo a mis hijos, a mis descendientes, a las mujeres que alguna vez me amaron, me dije sin pensarlo. Fue el sublime estertor de un viaje inolvidable.


Nota: Crónica de enero de 2017.

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10 Comentarios

  1. Qué maravillosa experiencia Jorge.Poesia,amor,locura y amistad,todo junto en un encuentro que nos sigue hermanando.Abrazos a ti y a todos por reencantar el sueño de unión y solidaridad,pueblo a pueblo,corazón a corazón.

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    1. Todo a la vez. Un abrazo afectuoso, Angélica.

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  2. Esta maravillosa experiencia tenia como objetivo colaborar en la consolidación de la reapetura de un paso de integración hoy denominado Minas-Ñuble. El reecuentro de familias de ambos lados de la cordillera. La integración y la vinculación deportiva, social y cultura.
    Estamos convencidos que ademas la reapertura del paso internacional nos permitirá colaborar con las economías regionales de ambos países atraves de actividad turismo en primera instancia.

    Como relate al principio fue una experiencia única, con un grupo humano excepcional.

    Sueño y anhelo.... y voy a luchar sin cansancio hasta cumplir el objetivo.


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  3. Un encuentro inolvidable. Y ya es parte de nuestra historia binacional de hermandad. Un abrazo fraterno, estimado Waldo.

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  4. Linda historia y bello lugar . En ese lugar hay que hacer trámite aduanero . Por qué lo que entiendo es que no hay pasó fronterizo

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    1. Se están haciendo esfuerzos serios y constantes desde ambos países para que el paso Minas-Ñuble se concrete en el mediano plazo. Por lo pronto, como ruta de trekking, debe ser una de las más bellas del continente. Por el momento no existe aduana, pero estoy seguro de que las policías fronterizas de Chile y Argentina tendrán ka mejor disposición para facilitar los trámites básicos de ingreso y salida a otro país.

      Saludos cordiales

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  5. Me parece bonita su experiencia, pero parece que quieren hacer esfuerzos serios y constantes para Ustedes, porque no hay información acerca de la ruta, hasta donde esta habilitada? Por que ruta se llega allá? cuantos km en vehículo, Cuantos de caminata?, Si pretenden fomentar una ruta, partan por la difusión, no me interesan sus paseos románticos y fantásticos.
    Mi tono un poco sarcástico, tómenlo como una crítica constructiva y un la necesidad de un enfoque distinto para involucrar más a un ciudadano común.

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  6. Apenas tengamos plena confirmación de cada uno de los datos los iremos comunicando a través de este sitio y de cada una de las plataformas que emanan de San Fabián.
    Saludos cordiales, Juan Carlos, y gracias por su comentario.

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  7. El 2005 en febrero. Abrimos. La huella por lumabia. Luego por Pincheira. Por pajaritos. Por buraleo. Y varias veces más por dónde fueron. Uds
    Vamos a cumplir 15 años. De relaciones. Dónde se han tejido. Grandes relaciones de amistad y amorosas. A su vez de solidaridad. Fraternal. Abrimos éstos pasos. Waldo Medel Benavides. Eduardo Giuliani Salcedo. Por Argentina. Y Miguel Ortiz Belmar por Chile
    En un mes más cumpliremos. 20 años de haber ido a subir el Volcán Domuyo. Y llevar cartas para las autoridades de allá. Para activar el tema. Y así se teje la historia fronteriza. Que tiene 4000 @ños.

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  8. Jorge. Tenemos temas para charlar. ortizbelmar@hotmail.com

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