Jorge Muzam
Juan Castillo Araya es un destacado pintor y dibujante arraigado desde hace muchos años en San Fabián de Alico. Nació en Quilpué, creció en Santiago y estudió construcción civil en la universidad del Biobío en Concepción. El 92, y ya titulado, se vino a San Fabián a trabajar al municipio donde se desempeña hasta el día de hoy. Esta casado con Alicia y tiene cuatro hijos. Se declara una persona creyente en el valor de la familia y en Dios.
Entrevistado por radio Alternativa el 5 de agosto de 2020, manifestó que su vocación artística comenzó en la niñez, de la mano de sus hermanos, entre juegos, dibujaba, y era su forma natural de expresarse, sus hermanos valoraban sus maquetas que luego recortaban y con eso confeccionaban juguetes.
Es el segundo de cuatro hermanos. Tras salir de la universidad se dedicó a pintar porque sentía que necesitaba hacerlo, dándole la seriedad que merecía, ocupando un rol importante en su vida. Considera providencial su venida a San Fabián de Alico, así como su inicio como funcionario en la municipalidad.
Llegó a San Fabián con su caja de acuarela y todos sus bártulos artísticos. En ese tiempo pintaba acuarelas y hacía dibujos.
Buscando seguirse formando conoció al escultor Renato Soto, con quien nació una amistad basada en el respeto artístico mutuo. Soto le enseñó a tallar y también la proporción.
Juntos realizaron distintos trabajos. Juan hacía los diseños. Entre ellos La última cena, carreras a la chilena y una puerta minera que se llevaron para Antofagasta. Una puerta con tres tableros, y cada tablero tenía su historia. El primero mostraba al minero que va a buscar la veta a la mina. En el segundo se apreciaba a los mineros trabajando dentro de la mina, y en el tercero la fundición.
Recuerda con nostalgia el trabajo conjunto, así como la gran exposición que realizaron en la intendencia de Concepción a fines de los 90.
Cuando murió Renato Soto, Juan Castillo dejó el tallado en madera. En adelante solo pintó y dibujó. Se dedicó, en sus palabras, a tallar con el pincel.
Otro momento que recuerda con afecto es cuando conoció al pintor Israel Gutiérrez, quien le enseñó el color y el placer de salir a pintar.
De San Fabián de Alico le atrajo todo. Recuerda en particular el macizo de Los Sauces, con sus colores, y el sol, ante cuya esplendorosa belleza se quedó mudo.
Siente a San Fabián como su casa y esa sensación la provoca tanto el paisaje como su gente.
Lo deslumbran las estaciones, y el Malalcura, siempre imponente, silencioso y acogedor, particularmente en días de lluvia, cuando se cubre de nubes, se despeja levemente y los rayos de sol lo inundan. Lo conmueve esa irrepetibilidad de instantes de belleza en ese gran cerro. Siente que como artista es incapaz de reproducir tal belleza. Dice que "es un privilegio levantarse cada día y dedicarse a verlo".
Recuerda con afecto un ascenso a la cumbre del Malalcura que realizó junto a Cholito hace varios años, y del cual quedaron algunas fotografías como constancia estética.
Allí vio muchos ñirres, que los imagina como un bonsai natural de robles enanos. Arbustos que no crecen hacia arriba, sino que se arrastran porque la nieve los aplasta, y en esos microespacios entre las rocas altas quedan restitos de tierra donde crecen robles y quilas enanas.
Dice pintar porque le nace, porque le es necesario, porque lo equilibra y le genera una sensación de paz, tranquilidad, fluidez y hasta sufrimiento cuando no van resultando los cuadros.
Respecto a su concepción de los artistas, siente que "todos somos artistas. La palabra arte significa habilidad para hacer arte. Y en la medida que nos hagamos cargo de esa habilidad podemos decirnos artistas. En cada oficio, en cada ocupación hay una potencial forma de arte, y como artistas somos a la vez aprendices y maestros."
Lo anterior fue parte de esa entrevista concedida a radio Alternativa el año 2020. Fue un momento grato y enriquecedor del que fui promotor y testigo. Aquel día Juan Castillo se mostró ameno, y también entusiasta, como lo delataba su mirada, su enunciación impecable, su sensibilidad a flor de piel, como si con cada palabra fuese construyendo una fina teoría del arte propiamente sanfabianina.
Personalmente creo que no es posible entender el arte sanfabianino, y en particular la pintura, sin referirnos a Juan Castillo. Su pincel ha dejado tallada para la posteridad el agua con movimiento, la variedad de turquesas, caballos en el agua, que moja, que salpica, que embriaga, como un estado espiritual traspasado al lienzo.
Castillo visibiliza igualmente el trabajo campesino, el sudor del trabajador, el jinete camino a la soledad, la mirada siempre enfrentándose con el risco y la hondonada.
Fotografía superior: Pintor Juan Castillo transformando en arte la belleza sanfabianina.
@ Daniela Fuentes Candia
Fotografías finales: Pinturas de Juan Castillo exhibidas en Restaurante Cuna de Parra, San Fabián de Alico.
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